- Agotado


Cuidadosamente alimentado durante un cuarto de siglo.
Con una vitalidad que desmiente sus 25 años en barricas, Glenmorangie Grand Vintage Malt 1990 es una inspiradora apertura de nuestra exclusiva colección vintage, Bond House No 1.
Pagos 100% seguros por TPV con tarjeta
Transporte gratuito para compras superiores a 120€
Atención al cliente para cualquier duda
Con una vitalidad que desmiente sus 25 años en barricas, Glenmorangie Grand Vintage Malt 1990 es una inspiradora apertura de nuestra exclusiva colección vintage, Bond House No 1. La historia de este intrigante single malt comienza con una pequeña parcela de alcohol, creada contra todo pronóstico, a partir de una de las cosechas de cebada más difíciles que se recuerdan. Cuidadosamente criado durante un cuarto de siglo en las mejores barricas de ex-bourbon y ex-sherry, este sublime whisky exhibe un extraordinario carácter suave y redondo con embriagadoras notas florales y afrutadas.
NOTAS DE CATA
COLOR: El Glenmorangie Grand Vintage 1990 luce un dorado profundo y luminoso, con reflejos ámbar que lo hacen resplandecer con una intensidad cautivadora. En la copa, su color revela la madurez adquirida durante su largo envejecimiento, con matices que evocan la riqueza de sus barricas de Oporto. Su presencia es elegante, como una joya líquida que invita a la contemplación antes de tomar el primer sorbo.
NARIZ: A medida que te acercas a la copa, la primera impresión es un abanico de aromas envolventes. Las frutas maduras dominan, con un despliegue de albaricoques secos, higos y una ligera acidez de ciruelas, acompañados de una suave capa de miel que aporta una dulzura delicada. Al profundizar, aparecen notas de chocolate oscuro, especias cálidas como la canela y un toque sutil de roble tostado. Es un perfume que evoluciona constantemente, ofreciendo capas de complejidad que invitan a explorar cada rincón de su aroma. Un delicado toque de nuez moscada y un fondo de vainilla aportan una sensación de lujo y sofisticación.
GUSTO: En boca, este whisky se presenta con una suavidad impresionante, pero con una complejidad y profundidad que se despliega a medida que se va disfrutando. La textura es sedosa, casi cremosa, abrazando el paladar con una elegancia palpable. Las notas frutales que se percibieron en la nariz se mantienen, con el albaricoque y la ciruela llevadas por una base sutil de caramelo y toffee. La influencia del Oporto se hace más evidente, con un toque especiado que recuerda a la cáscara de naranja y una suave madera de roble que aporta estructura sin restar ligereza. El final es largo y persistente, dejando un retrogusto que combina frutas secas y una ligera dulzura que se desvanece lentamente, invitando a otro sorbo.