

Un whisky de excepción, donde el tiempo y la tradición se fusionan para crear una experiencia única, refinada y memorable, destinada a quienes buscan lo mejor en cada sorbo.
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Este whisky de malta envejece durante un cuarto de siglo, lo que le otorga una madurez excepcional y una complejidad única. Proveniente de una destilería de renombre en la isla de Islay, es conocido por su equilibrio entre la suavidad adquirida por el paso del tiempo y la intensidad de sus raíces. Cada gota refleja una tradición artesanal que ha logrado preservar la esencia de su origen, resultando en una experiencia que apela tanto a los aficionados como a los más exigentes. Su carácter refinado lo convierte en una joya codiciada por los amantes del whisky de calidad.
NOTAS DE CATA
COLOR: Se presenta en un dorado profundo y cálido, con matices ámbar que revelan la riqueza adquirida durante su prolongado envejecimiento. En la copa, su brillo es suave, casi como una luz tenue filtrada a través de un vidrio antiguo, dejando un rastro de lágrimas lentas que sugieren su cuerpo robusto y su estructura compleja.
NARIZ: Al acercar la copa, el primer impacto es un ahumado envolvente que recuerda a un fuego lento de turba ardiendo a lo lejos, con un toque de sal marina que evoca la brisa de la costa de Islay. Este ahumado inicial cede paso a una sinfonía de notas más sofisticadas: frutas maduras como peras y manzanas verdes, acompañadas de un fondo de vainilla fresca y un toque de miel cristalina. La influencia del roble se deja sentir con notas sutiles de especias dulces y un ligero toque de caramelo quemado. Con el tiempo, se desarrollan capas más complejas, donde aparecen trazos de cuero envejecido y un leve aroma a incienso.
GUSTO: En boca, se despliega con una suavidad sorprendente, equilibrando la intensidad de la turba con una textura sedosa que llena el paladar sin abrumarlo. La entrada es rica y envolvente, con un sabor a humo de madera que se combina con toques de frutas secas, como ciruelas y albaricoques, y un leve toque de chocolate amargo. Las especias, como la canela y la pimienta negra, emergen gradualmente, añadiendo profundidad y complejidad a la experiencia. La madera aporta una dimensión final, con un retrogusto ligeramente tostado y un sutil toque de maracuyá que persiste largo rato en el paladar, dejando una sensación de sofisticación y equilibrio.