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Un single malt trascendental.
Creado a partir de un espíritu irremplazable celebrado en un ensamblaje inimitable de barricas, Glenmorangie Grand Vintage Malt 1989 es el segundo lanzamiento de nuestra exclusiva Colección Vintage, Bond House No. 1.
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Creado a partir de un espíritu insustituible celebrado en un inimitable conjunto de barricas, Glenmorangie Grand Vintage Malt 1989 es el segundo lanzamiento de nuestra exclusiva Colección Vintage, Bond House No. 1. Este rico y complejo whisky surgió de una parte del último licor destilado en nuestro antiguo alambique, que albergó los alambiques más altos de Escocia durante más de un siglo. Mientras maduraba, el carácter distintivo de la añada inspiró un maridaje excepcional de whiskies, concebido para complementar la parcela más prestigiosa de todas, terminada en barricas de vino ex-Côte- Rôtie. Tras 27 años de juiciosa maduración, la sutil delicadeza de Glenmorangie se une a una rara intensidad, en un single malt trascendental.
NOTAS DE CATA
COLOR: El Glenmorangie Grand Vintage 1989 exhibe un hermoso color dorado intenso, con matices brillantes que capturan la luz de manera cautivadora. Este tono profundo, que refleja la larga maduración en barricas seleccionadas, revela la riqueza de su envejecimiento, transmitiendo la sensación de un whisky lleno de carácter y elegancia. Su brillo dorado es un preludio visual de la complejidad que aguarda en cada copa.
NARIZ: Al acercarse a la copa, el Grand Vintage 1989 ofrece una primera impresión envolvente y compleja. Las notas iniciales surgen lentamente, entrelazándose con una suavidad que invita a descubrir su profundidad. Hay una elegancia en su perfil olfativo, donde las capas de aromas se van desarrollando a medida que el whisky respira, dejando entrever su maduración impecable. Cada inhalación revela nuevas sutilezas, lo que convierte a la nariz en una invitación a una exploración sensorial fascinante.
GUSTO: En boca, el Glenmorangie Grand Vintage 1989 se despliega con una textura aterciopelada, suavemente envolviendo el paladar. Su entrada es refinada y equilibrada, donde una complejidad sutil se despliega capa por capa. La madurez del whisky se siente con claridad, con una mezcla armoniosa que equilibra la riqueza y la suavidad en cada sorbo. La sensación es lujosa, pero sin ser abrumadora, dejando una huella duradera que sigue evolucionando incluso después de haber tomado un trago. Cada trago ofrece una experiencia placentera que se desarrolla lentamente, invitando a saborear cada momento.